La mayoría de los implantes dentales están construidos de titanio, ya sea puro, o en aleación. La particularidad de este metal es que presenta una mejor conducta biológica al estar en contacto con los tejidos, especialmente en el hueso, permitiendo que se lleve a cabo un proceso denominado osteointegración, en el que se produce una oposición directa de tejido óseo sobre la superficie del implante, logrando que éste quede firmemente unido al maxilar.
Consiste en instalar uno o más implantes en las zonas desdentadas de los maxilares. Se realiza en condiciones de asepsia quirúrgica y con anestesia local. Pasado el tiempo necesario para que los implantes se unan al hueso, se realiza la rehabilitación protésica, en la que se construye una o más piezas dentarias artificiales atornilladas o cementadas a los implantes.
En un bajo porcentaje (cercano al 1%) no se produce la osteointegración y es necesario extraerlo. En estos casos se esperan 2 meses para que el hueso regenere y se pueda volver a colocar otro implante. Lo anterior depende del área de los maxilares en la que los implantes se instalen y de algunas condiciones propias de los pacientes.
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